Rodrigo Branco pinta rostros y elementos que habitan su imaginario, la infancia y la vida que fluye de las personas y las calles del mundo. Representa en sus trazos todas las complejidades de esta megalópolis. Con una biografía sorprendente y compleja, a lo largo de sus casi treinta años de edad, logró combinar vistas inusuales de su mundo con bondad y corazón. Su voluntad de convertirse en un mejor artista, habiendo estudiado en proyectos de arte social cuando era niño o con sus compañeros y años de dedicación, marcaron el camino para que se convirtiera en el artista talentoso y profesional que es hoy. Rodrigo aborda un tema particular: las personas. No da a sus personajes una definición de límites, colores fuertes y rostros inusuales. Alineando un sentimiento singular, impulsado por la expresión de trazos inquietos, su obra nos desafía. Influenciado por cuestiones geográficas y la resignación de los recuerdos, el artista construye un plan de investigación basado en la pintura y recorriendo muchos campos como el lienzo, las paredes y el papel, entre otros. (vía Widewalls)